¿Vikingos contra dioses?
¿Preparado para terminar la historia?
¿Sobre quién cantarán los escaldos?
¿Eso de ahí es un seax o es que estás contento de verme?
Tercera y última parte de la trilogía de Hermanos de sangre de John Gwynne. La verdad es que ya tenía ganas de hincar el diente a este tercer libro y cerrar la historia de Orka, Varg y Elvar. Recordad que ya reseñé
La sombra de los dioses (la entrada con más visitas del blog) y
El hambre de los dioses.
Voy a dar por hecho que si has llegado hasta aquí es que ya te has leído los dos primeros, y no hace falta presentar la obra. Estamos en Vigrið donde la muerte por sobredosis de acero acecha en cada rincón, y donde los dioses se pasean entre los hombres buscando venganza.
¡Al turrón!
Ojo Spoilers
La demente y psicópata Lik-Rifa, la diosa dragona, ha escapado. Se ha cepillado por SEGUNDA vez a la diosa águila Orna y ahora quiere eliminar a quien se interponga en su camino por gobernar toda Vigrið . El dios lobo Ulfrir (marido de Orna) y ahora thrall de Elvar (ojito con esto) ayudará a ésta a cumplir con su promesa de rescatar al hijo de Upsa la bruja Seirð, y de paso... cumplir con su propia venganza contra Lik-Rifa.
Orka machacacraneos, al igual que Indiana Jones en sus películas, ha dejado una línea roja ¡de sangre de sus enemigos! por todo mapa de Vigrið, en su camino para rescatar a su hijo.
Varg ya es un Hermano de sangre de pleno derecho y tras rescatar a Vol, podrá saber quién mató a su hermana. Sin contar con que Røika le mira como si fuera una brynja nueva.
Biorg, tras traicionar a su verdadero amor, vuelve con los adoradores de la dragona y se debate entre dos mundos.
Guðvarr sigue constipado.
Si algo puede resumir esta tercera entrega sería la VENGANZA, porque brilla con mayúsculas, y porque todas las armas apuntan a un mismo conflicto final, donde dioses, corrompidos, hombres y thralls se juegan el futuro de Vigrið.
Por fin llegamos al desenlace de todos los arcos argumentales, al final de todos los caminos, una historia escrita con sangre. ¿Sobre quién cantarán los escaldos? Si algo me ha llamado la atención es quizá que por fin se aprecia la evolución de los personajes y hacia donde les han llevado sus motivaciones y conflictos personales.
Para ser honesto, la llegada de los dioses, aunque entretenida, no me ha gustado tanto como esperaba. Cumplen con su papel, pero la épica de la historia está en manos mortales. Porque si algo tendría que haber explotado el autor en este cierre, en mi opinión, es que los mortales escupan a la cara a los dioses.
Tan épico que la cámara lenta se queda corta
Joder ¿Qué más quieres?
Palabras más repetidas en el libro:
Sangre - 708 veces
escudo - 609 veces
hacha - 425 veces
lanza - 343 veces
dientes - 242 veces
muerto - 206 veces
muro (de escudos) - 170 veces
y las que menos se repiten:
amor - 15 veces
caricia - 8 veces
beso - 7 veces
¿Alguna pregunta?
Lo que más me ha gustado:
- La ambientación. La amplitud de vocabulario y la puesta en escena son realmente inmersivas. De hecho, diría que hasta la fecha no he leído ningún otro libro de ambientación "nórdica" más conseguido que este. Bueno, a excepción quizá los de Bernard Cornwell y su Uthred de Bebbanburg, pero es que estamos hablando de otra cosa.
- Las batallas. Donde brilla especialmente la trilogía es en el ritmo y fluidez con la que describe las batallas y los golpes ejecutados por los protagonistas. Más allá de las fuentes de sangre y los dientes rotos, la acción es uno de los fuertes de la novela.
- El final de Elvar y Biord. Me parece muy valiente por parte del autor y además bastante adecuado. Sobre todo Elvar no se merecían otro final. (porque no nos engañemos, es una mala perra)
Cómo empezó
Cómo va
- Que por fin, algunos personajes, tras miles de kilómetros y centenares de muertes, por fin alcanzan esa
catarsis que les hace mirar alrededor con otros ojos (como Varg después de cumplir su venganza).
Lo que menos me ha gustado:
- Por fin, el autor, ha conseguido centrarse en las pequeñas diferencias de los personajes para hacerlos distinguibles del resto. Al menos en el bando de los buenos, porque en el bando de los enemigos... son todos el mismo personaje, como el Agente Smith en Matrix. Parece que matan 300 veces al mismo enemigo.
- El final de Guðvarr. Quizá el único enemigo con personalidad. Es cierto que Lif se merecía su venganza, pero creo que podría haber tenido un final más satisfactorio para todos.
- Algunos malos son malos porque patata.
- En este tomo, las brujas tienen de pronto poderes over-nain-zausan. Que está bien, pero no me cuadra del todo con los primeros libros. Lo tomo como licencia poética para darle kilos y cuarto más de espectáculo al libro final.
- La culminación de la venganza de Orka. La escena de mamá pato enseñando a volar a sus patitos me sobraba totalmente (aunque lo arregla al final, pero meh), me hizo levantar la ceja.
-Einar medio troll... T_T
En resumen, si te gustan las novelas de fantasía épica como antaño, con una ambientación muy conseguida y batallas cada tres capítulos, sin duda esta es tu trilogía.
Además, el autor ha conseguido un equilibrio de género entre los protagonistas nada desdeñable, que no me ha hecho levantar la ceja en ningún momento. Las mujeres son fuertes sin dejar de ser femeninas (cosas de agradecer) y los hombres, aunque exuden testosterona y puedas oler el sudor a través de las páginas, no son simples trozos de carne con ojos.
Me cuesta cerrar trilogías, pero en este caso (al igual que con la saga de los Huesos verdes) ha sido un placer cerrar la historia, porque te deja un buen sabor de boca.
Da lo que promete y más.
Adiós, hermanos.
Rotta
Y no me bajo de esta burra
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