Reseña: Salitre y ceniza de Carlos di Uarte
¿Te gusta el Grimdark con un toque de folclore?
¿Te gusta lo húmedo y salado?
¿Y los nepes como el candao un penal?
Le prometí al autor (antes de hacerse celebérrimo y famoso) que si sacaba alguna novela, yo le haría una reseña. Y como lo prometido es deuda, aquí está la reseña de Salitre y ceniza de Carlos di Urarte, primera novela de la trilogía de La corona del oráculo y publicada por la editorial El transbordador.
Es verdad que mucha gente conoce y se ha leído ya Salitre y ceniza. Es un libro (y autor) que ha tenido muy buena acogida y de lo cual me alegro mucho. El boca a boca, y la singular presencia del autor en redes sociales, ha creado un movimiento que hacía tiempo que no veía en la literatura de género de este país (donde lo normal es aplastar sin piedad el producto nacional) dicho lo cual...
Aquí hemos venido a jugar.
Para empezar me gustaría decir que el grimdark me gusta, pero no el socarrat de mierda que se queda pegado al fondo de la cacerola como le gusta a nuestro señor Abercrombie, sino uno más al estilo de Christopher Buehlman, y este libro (me parece) va justo en la línea de este último por su estilo más canalla y desenfadado, sin restar escenas duras y más oscuras que el alma de Judas.
La narración corre a cuenta de Leo Vicar, que narra su propia historia desde el penal de Cabracho a la espera de su condena. Un inicio que nos recuerda un poco al Nombre del viento por su premisa, cuya puesta en escena es una promesa al lector de lo que está por venir, aumentando así las expectativas que puedas tener hasta unas cotas bastante altas. Es una apuesta valiente y un arma de doble filo. Por otro lado, y en mi opinión, parece que es un narrador no fiable. Lo cual ME ENCANTA.
El tono de la obra va desde lo irreverente y humorístico hasta lo más cruel del alma humana. Describe injusticias de lo más repugnantes, que nos hace empatizar con Leo desde el primer capítulo. De hecho, su visión sesgada influye en como el lector afronta los sucesos de la obra. Herramienta que Carlos sabe usar muy bien como veremos a continuación.
La estructura y los tropos que utiliza el autor, aunque evidentes en algunos casos, funcionan. De hecho, si algo se puede decir del libro es que se lee rápido y que siempre están pasando cosas. Sobre todo en el primer tercio del libro, donde la visión sesgada tanto del narrador como del lector, genera giros sorprendentes. El uso de estos sesgos son de hecho los desencadenantes o disparadores del interés, por lo que vendrá después. Por lo tanto, hay que reconocer al autor que ha conseguido jugar sus cartas de forma muy inteligente y eficaz.
El texto vuela durante las conversaciones y las descripciones con un lenguaje arcaico y cercano al folclore, ayuda a generar una ambientación bastante adecuada aunque no siempre consistente. Me explico, y quizá solo es percepción mía. Tan pronto la narración utiliza un lenguaje directo y sin demasiados ambages, como salta a capítulos donde el estilo pivota hacia textos sobrecargados, lo que me ha sacado de la lectura en alguna ocasión. No es que esté mal escrito en ningún caso, pero el cambio, distrae. Tu mente va en una línea y el cambio te pilla a contrapié, pero nada insalvable ni que invalide en absoluto el buen trabajo y calidad del texto, pues al echar atrás la página vuelves a coger el ritmo.
Lo que más me ha gustado:
- El protagonista no fiable y su anacronía dentro del mundo que se describe.
- Limnorea y el folclore.
- La gestión de expectativas y el buen uso de los tropos y sesgos.
- No hay Dark Academy. Lo agradezco desde el fondo de mi oscuro corazón. Porque lo que aprende no es en una academia, sino que tiene que prácticamente robar el conocimiento y el respeto de su entorno. ¡Joder, sí!
- Leo no es un huérfano elegido para la gloria, ni posee unas capacidades míticas, más allá de lo conocido. No es bueno realmente en NADA, y todo lo que aprende (o le sale bien) es por pura tenacidad.
Lo que menos me ha gustado:
- Los cambios bruscos de estilo/narración, que a veces me han sacado de la lectura.
- La segunda mitad. Aunque cumple con su cometido, y crear una bola de nieve que explotará en el segundo libro, quizá levanta demasiado el pie del acelerador, pero que soluciona en el último capítulo con nuevas promesas.
En resumen, creo que es una primera novela con buenos mimbres, donde el autor ha jugado muy bien sus cartas, equilibrando bien los ingredientes y extensión.
No me arrepiento de haberla leído, porque cumple con lo que promete, al tiempo que nos restriega un poco de barro por la cara (como toda buena obra Grimdark)
Desde aquí quiero dar las gracias Carlos, porque llevaba AÑOS deseando usar este gif
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