Expediente Hermes - Sabino Cabeza

 ¿Puede una IA ser tan humana como los humanos?

¿Puede llegar a tener conciencia y ser capaz de amar?

¿Podrías amar tú a una IA? ¿Sería real ese amor?

Sabino Cabeza lo ha vuelto a hacer

Como todos los años, os traigo la reseña del ganador del celebérrimo Premio Minotauro, que nuestro querido amigo Sabino Cabeza ha ganado por SEGUNDA VEZ. Sí, amigos. No contento con ganar el premio con Frontera Oscura (también reseñado aquí) lo ha conseguido de nuevo con Expediente Hermes (aunque me hubiera gustado más el nombre original: Love Bot). Fijaos si ha traído cola que ganara de segundas el premio, que se han modificado las bases para que no vuelva a pasar. ¡No sea que lo gane de terceras!

Pero dejando a un lado las posibles polémicas, yo vengo aquí a hablar del libro y del autor, que tuve la suerte de conocer en persona durante la Feria del Libro de Madrid, dónde me explicó de primera mano como fue la concepción de la historia.

Sisi, es Sabino

Antes de empezar, me gustaría romper una lanza por los autores nacionales: por favor, que nadie dude nunca de la calidad de los autores de Ciencia ficción y fantasía en España. No tienen NADA QUE ENVIDIAR a los autores de fuera, y Expediente Hermes es una prueba más de ello.

Y ahora al turrón:

En un crucero vacacional por Júpiter, encuentran muerta a la Condesa Planck, una de las mujeres más influyentes y conocidas del sistema solar.  El único testigo, y al mismo tiempo sospechoso del asesinato, tenemos al lovebot de la difunta. Un ser humano artificial, especialmente diseñado para el placer y casi indistinguible de un humano, Hermes Lagrange. 

Lo que comienza como cualquier otro caso para Durga, la jefa de seguridad de la Schettino, se convierte en algo mucho más importante y personal. Con consecuencias que pueden dar un vuelco a todo el sistema solar. 

Tan solo Hermes tiene la llave para llegar al fondo del asunto.

¿Cómo te quedas?

Así que tenemos una novela de ciencia ficción en un contexto de Vacaciones en el mar, con una investigación al estilo de Se ha escrito un crimen  y con una carga de profundidad ética y filosófica respecto a nosotros mismos y la inteligencia artificial. ¿A quién no le va a gustar?

Por desgracia, al ser una trama que se cimienta sobre una investigación, cualquier cosa que comente amenaza con estropear la experiencia, así que os voy a hablar del resto de elementos que orbitan la obra y que al fin y al cabo son las que me han hecho disfrutar del libro. 

La ambientación, aunque en un primer instante parezca sencilla, esconde una cantidad de detalles y de información sobre física, gravedad artificial y naves espaciales que me ha sorprendido gratamente. Sin llegar en ningún punto a la ciencia ficción dura (si es que os gusta poner etiquetas a todo) estos detalles aportan un color y una credibilidad a la lectura que satisface a los más puristas. La descripción del efecto coriolis, de los transportes en gravedad rotacional o el efecto deletéreo entre otros, harán que se os dibuje una sonrisa durante la lectura.  



Otro punto interesante, que siempre me llega al corazoncito, son los dilemas éticos y filosóficos. "Más humanos que los humanos" así reza la publicidad de Bionic sobre sus Lovebot. Seres artificiales diseñados para ser cada vez más indistinguibles de los humanos. Un lujo al que tan solo unos pocos pueden acceder y que genera cierta animadversión entre el público en general. La presencia de estos seres genera un conflicto moral que divide a los humanos entre los partidarios de estas herramientas y los que se alejan de la tecnología y se refugian en nuevos credos pro-seres sintientes, pero... 

"¿Solo los humanos tienen derecho a sentir?"

Al igual que Víctor Frankenstein, no aceptaba que su aborrecible creación pueda sentir y le negara el derecho a ser feliz; Durga, la jefa de seguridad, iniciará un camino de autodescubrimiento a través de estas cuestiones. Porque la historia nos hace reflexionar más allá. El monstruo de Frankenstein era abobinable y atroz, pero los Lovebots son bellos, inteligentes y amables. 

¿Seríamos capaces de identificar que otro sea capaz de sentir? ¿Aceptaríamos que algo creado por nosotros pueda sentir y amar? Como podéis imaginar, esta y otras preguntas asaltan al lector durante el transcurso de la lectura y que, en mi opinión, es lo más bonito de la obra. Capa a capa, la idea va ganando complejidad y termina por poner un ojo sobre nosotros mismos.  


A nivel ético, la novela es un aviso a navegantes sobre el uso y explotación de la inteligencia artificial. Un ejercicio de imaginación sobre hasta dónde podría llegar sin regulaciones y férreo control de su utilización. 

De los personajes podríamos hablar largo y tendido, pero lo que me gustaría remarcar es lo bien definidos que están todos ellos, lo creíble y consistentes que son del primero al último. Porque incluso los secundarios tienen voz propia y no son solo meras herramientas de la trama. Tian, el pequeño forense, Darim, Freeman, Lecrect, ... Cada uno con su propia voz. Reflejando las virtudes y defectos que nos hacen seres humanos, y cuyas motivaciones y miserias mueven el mundo.

Desde este humilde rincón, solo os puedo animar a descubrir 

Jessica Fletcher aprueba esta novela


"Mi trabajo no se basa en imaginar"

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