La guerra de la amapola de R. F. Kuang
¿Te gusta la fantasía?
¿Los héroes trágicos y autodestructivos?
¿Y que te echen droja en el Colacao?
Me acabo de meter entre pecho y espalda, nada más y nada menos que la trilogía de La guerra de la amapola de R.F. Kuang, que por cierto, ha estado por España este mes de junio. Ha sido lo primero que he leído de esta autora, y al parecer es también lo primero que ella escribió. Así que arrancamos en igualdad de condiciones. Pero que conste que he estado a punto de no hacer reseña porque no es una novela que vaya a recomendar a nadie.
Se ha hablado mucho de esta trilogía. Quiza por haber quedado finalista en grandes premios como el Hugo y el World Fantasy, y dada la pedazo de edición que se ha marcado Hidra, no dudé en darle una oportunidad. Como la experiencia ha sido agridulce en más de una ocasión a lo largo de la lectura. He esperado hasta terminar la trilogía para tener una opinión completa de la obra, y dar mi opinión. Creo que he hecho bien, porque es justo al final de la trilogía cuando (a mí) por fin me quedó claro qué diablos estaba leyendo, y no era una novela de fantasía épica, sino la historia de una heroína trágica.
Hubo señales, lo reconozco, pero yo no las quise ver. Seguí con mi idea de protagonista típica, a pesar de su personalidad contumaz e incipiente tendencia a la autolesión, lo que me ha hecho tirarme de los pelos repetidas veces.
En mi descargo, diré que la historia sí comienza con un viaje del héroe en toda regla, donde se presenta a la protagonista de forma que te obliga a quererla. Rin es una pobre huérfana obligada a traficar con droga, pero con un gran potencial por explotar y una única vía de escape de su miserable vida: entrar en la academia militar de Sinegard. Tras muchos esfuerzos y sacrificios, Rin consigue acceder a la Dark Academy (un recurso que cada vez me da más pereza leer). Y como nada en fácil en fantasía épica, el Erasmus de Rin en Sinegard se ve truncado por niños ricos y profesores clasistas. Sin embargo allí descubre los dos pilares de su agonía: a los dioses del Panteon y los hombres atormentados.
Los dioses del Panteon otorgan sus poderes a sus canalizadores o chamanes que conectan con ellos desde el plano físico. La única pega de este plan mefistotelico sin fisura es que acceder a esos poderes solo tiene dos finales posibles: la locura o residir eternamente como estatua de piedra en Chuluu Korikh (una montaña perdida donde no llega Internet). Para sobrevivir lo máximo posible a dicho poder, la única vía es el opio. Así que sumamos las drogas duras a una mente trastornada ¿Qué podría salir mal?
Si algo le agradezco a Kuang es que la parte del Dark Academy se termina pronto. Sin entrar en Spoilers, y para sorpresa de nadie: estalla una guerra y Rin da con sus huesos en un grupo de jóvenes talentos al más puro estilo Patrulla-x marca Hacendado. Con una decena de miembros con los que TAMPOCO he conseguido empatizar en absoluto.
En general, no sé si la autora ha pecado en exceso de intentar sorprender al lector, haciendo que las decisiones no siguieran ninguna lógica. Como si al explorar en profundidad la historia y los personajes, estos últimos toman decisiones que quedaban fuera del plan original; y que la autora haya tenido que (en muchas ocasiones) hacer que los protagonistas tomen decisiones sin sentido o en contra de la lógica.
¿Sorprende? Sí, pero también te saca de la novela. Sobre todo porque la autodestrucción de la protagonista es frustrante (aunque finalmente satisfactorio).
Lo mejor
-El final (últimos capítulos) que me han reconciliado un poco con la trilogía (que aún así no recomendaré a nadie), pero que si empezáis os animo a que llegaseis al final para que tenga algo de sentido. Paciencia.
-La evolución de Rin de insufrible a desastre natural.
-La ambientación y que cada tomo se lee mejor que el anterior. (Y menos mal, porque sino corría el riesgo de dejar la trilogía a medias)
-Me pareció interesante esa "rabia" con la que describe el choque cultural, el racismo y ciertos paralelismos con la historia real. Así como la crudeza absoluta con la que pinta la guerra. Sobre todo porque se centra en el dolor de la parte invisible y más débil: los civiles. Porque ¿Qué pasa con ellos tras derrocar a los que ostentar el poder? La gloria no existe para los que lo han perdido todo.
-Aunque tiene parte "Dark academy" termina con ella de forma más o menos rápida y contundente, lo cual he agradecido enormemente.
- La última frase de Kitay. (Aunque el tema de las anclas me pareció un parche para solventar otro momento efectista como fue el del "sellado")
Lo peor
-Los Cike con Altan a la cabeza. Algunos poderes son interesantes, pero me parecen tan planos y "prescindibles" que no paraba de confundirlos en mi cabeza. Sus desenlaces me han parecido una tomadura de pelo. Aunque al llegar el final del libro, entiendes que ese justamente había sido siempre su cometido.
-No me he empatizado con absolutamente NINGÚN personaje. No solo eso, es que tampoco entiendo la lógica de algunas acciones y decisiones. Te pones del lado de Rin durante más primeras 150 páginas, pero a partir de ahí... Es jodidamente insoportable, estúpida y en una espiral de autodestrucción que dan ganas de cortarse las venas. Aunque la autora le da su sentido al final de la novela, y consigue cerrar ese círculo del héroe trágico y digamos que "funciona"... Pero hostia, señorita Kuang, me has tenido 1600 páginas cagando vinagre.
-Personajes tan listos que toman decisiones estúpidas.
-Es demasiado efectista y tira de recursos muy evidentes que hacen que se le ven las costuras a la obra y sea predecible. La forma que tiene de sorprender es saltarse muchas veces las decisiones absurdas de los protagonistas (ver punto anterior)
-La extensión. La verdad es que creo que le sobran sus buenas 200 páginas por libro. Nunca había leído en diagonal, y aquí lo he hecho en más de una ocasión porque me importaba una mierda lo que pensaran los personajes. He tenido tormento (Altan-Nezha-Vairsa) de sobra para dos vidas.
-El tema de la magia y dioses: ha recurrido al mito mefistotelico, donde lo chamanes hacen un pacto con los dioses del Panteon para obtener sus poderes, a cambio de su cordura. Fácil y para toda la familia.
- La triada y como resuelve al final.
En definitiva:
El recurso del explicarlo todo al final está bien para novelas cortas o autoconclusivas, pero no para una trilogía de estas características. Por lo tanto no la recomiendo, a menos que seas capaz de identificarte con un héroe trágico y autodestructivo que te cae mal el 99% del tiempo o tengas la paciencia suficiente para llegar al final para entender el chiste.
Me va a COSTAR leer algo más de la autora, aunque he oído buenas criticas de Babel y Amarilla.
Cuando se me pase el disgusto, quizá le dé otra oportunidad.
5'5/10
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